jueves, 28 de julio de 2022

Como negro humo


 Sandra de León Torres


Lugar: Sol del Río 14 avenida 15-56 zona 10  

Fecha de inauguración: 4 de agosto 

Hora: 7 p.m.

Puede visitarse de lunes a viernes de 9 a.m. a 1 y de 2 a 5 p.m. entrada libre 


La construcción y la deconstrucción de un paisaje son parte fundamental de esta muestra de Sandra De León Torres, sus elementos van transformándose gradualmente en una suerte de horizonte hecho de esculturas cuyo volumen va borrándose hasta transformarse en manchas o en líneas. Entre sus referencias se encuentra el cuento "Las Ruinas Circulares" de Jorge Luis Borges, que nos acerca al sueño de un hombre que cada noche sueña que crea a otra persona que habita al centro de unos montículos que lo terminan encerrando dentro de un círculo, pero al mismo tiempo el soñador, cobra conciencia de que está siendo soñado por otro ser que lo borrará cuando despierte.

Hago mención del cuento de Borges porque las imágenes que verán en esta sala, tienen formas que son vestigios de un paisaje y que transcurren de la forma geométrica a las línea, dejando un paisaje sin cuerpo equilibrándose como un punto de tinta en la pared. Partiendo de la referencia de qué Sandra hace de la deconstrucción eje del pensamiento derridiano, viene a mi memoria un ejercicio de meditación que alguna vez me sugirió un maestro budista y que consistía en imaginar un jardín, imaginar un árbol, imaginar las flores imaginar el cielo, imaginar el sol y luego en nuestra mente ir borrando cada una de esas cosas: borrar el árbol, borrar las flores, borrar el cielo y borrar el sol, hasta dejar una nada consciente, para lograr comprender en realidad lo que va quedando de nosotros: un leve trazo de tierra o ceniza, pues, ¿qué es el tiempo sino memoria inexacta y olvido?

La Huella del Paisaje
Javier Payeras, Cerrito del Carmen, julio 2022


 

 
A LA OBRA DE SANDRA DE LEÓN TORRES
EL AMULETO DE UN ORDEN INEXISTENTE/APUNTES


 
Recuerdo un árbol quemado en medio de un terreno baldío, una imagen extremadamente triste, se mantenía de pie y, si por error nos acercábamos, quedábamos completamente “tiznados” por aquel enorme carbón detenido. Esa imagen de infancia hoy regresa a partir de una reflexión: el fuego al extinguirse queda transformado en una mancha silenciosa, en algo que sobrevive mucho más tiempo que el fuego y su destrucción.

Esta exposición tantas veces conversada con Sandra De León Torres me parece sumamente singular, sus piezas son renuentes a la luz, porque fueron consumidas antes de llegar a esta sala, quedan como bloques cubiertos de un hollín medular y concentrado, detenidas geométricamente como si se tratara de alguna tipografía inédita. Es imposible no pensar en la resistencia de una letra que se mantiene de pie observando todo lo que la rodea. Sandra se desenvuelve en el diseño con una envidiable versatilidad, su amor por la tinta impresa la llevó a ser una rara avis especializada en los tipos caligráficos, siempre he opinado que pensar distinto es crear distinto y su poesía visual da constancia de esta idea. El poeta catalán Joan Brossa era determinante al apartar la poesía visual y la caligrafía de aquello que consideramos pintura. Brossa partía de la conjetura de que un poeta traslada información codificada a través de objetos que resguardan un sentido, no eran representaciones ni de sentimientos ni de  observaciones ni siquiera del tiempo mismo. La virtud del poema es que siempre está en su estricto presente.

El papel entintado, la mancha o la simple corrosión de los materiales determinan este poema encriptado. La tinta se expande en el lino como un accidente, sin embargo, que, ese punto tan perfectamente redondo como un eclipse, se equilibre el infinito caos de una tela a punto de caerse de la pared, es como ponerle un amuleto para sostener un orden inexistente. El contraste de silencios en negro con fondo claro o viceversa se trasladan como una suerte de pentagrama, braile o clave morse que se mantienen frágilmente suspendidos por chinchetas o alfileres. El mayor riesgo que corre la poesía es la de hacerse incomprensible, pero es precisamente en esa decisión donde el poeta asume la totalidad de la experiencia, ¿existe gente inteligente que pida la explicación de una obra de arte o de un poema?...

Creo que no existe nada en el mundo más hermoso que una amplia mesa de trabajo, llena de lápices, plumas y tintas. No existe mayor belleza que una página o una tela en blanco y no existe mayor felicidad que la libertad que nos da el experimentar con todo lo que tengamos a la mano. Un novelista ocupado en contar una historia que sea comprendida, está tan cerca de la mediocridad… un poeta que quiere conmover a sus oyentes con sus versos lacrimosos es algo realmente patético… un pintor que prefiere ser admirado por su técnica relamida y sin ideas, pues… ¿Dónde está entonces el espacio para nuestro interior dentro de ese mar de intenciones narcisistas? La poesía es un templo para habitar, no iglesia de domingo. Un artista en realidad nunca sale de ese sitio sagrado, por eso el mundo le resulta terrible y a la vez fascinante. Veo en el Instagram la foto de mi amiga, detrás de ella cuelga una tela clara con un punto rojo colocado justo a su costado, tiene enfrente una mesita de trabajo, ella mantiene las manos escondidas en las bolsas de su pantalón, sonríe levemente, pareciera que lo que en realidad desea es quedarse adentro de esa mancha, ese maravillloso lugar que es como un universo paralelo, eso que resume sus contradicciones, su memoria, su alegría, su dolor y todo su deseo por vivir este mundo sin las urgentes necesidades del éxito y la aprobación, obsesiones que solo devoran a los talentos medianos. Puede que en la sencillez de esta imagen cotidiana de la artista esté cifrado todo este texto maravilloso y enigmático que nos presenta a través de volúmenes, símbolos y huellas silenciosas.

Javier Payeras, Cerrito del Carmen, 2022


 


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