miércoles, 21 de julio de 2010

Marlov Barrios en Arte La Fábrica


¿Y tu me preguntas si es válido el término barroco contemporáneo? En este país de pastiches, de ciencia ficción venida a menos, de paisajes invadidos con vallas publicitarias y postes doblados por el peso de los cables… la verdad es que, más que barroco contemporáneo asistimos a una época de esquizofrenia cultural, donde el sentido de frontera es imprescindible. Hablo de un fenómeno omnipresente donde los efectos son movibles, contradictores e inestables. Donde, el que da las cosas por sentado, pierde. Donde los límites son inaprensibles, van, vienen, se contorsionan, se estrechan, se militarizan, desaparecen, se infectan. Hablamos de no lugares donde el término Guatemala no se ajusta a la idea de porción de tierra definida por el Quetzal, la Ceiba o su bandera, sino a través de ese vaivén de olas mediáticas, ingrávidas, sin sosiego.


Hablamos de fenómenos tan inabarcables e infinitos que esta exposición de Marlov Barrios recoge apenas algunos trazos de lo dicho. Con tan poco de tanto, sin embargo, aprecio la actitud anti esencialista de Marlov y su intento por descodificar la gramática inserta en los emblemas que invaden camionetas, mercados, carpas de circos, pueblos, centros comerciales, vendedores de aguas milagrosas en el Parque Central y culturas populares en general. Si algo me atrae en su obra es su intento por desentrañar y homenajear ese sentido del humor impreso en los comics de Hermelinda Linda, los graffitis de la zona 1, los de Tijuana y el Suchiate, ese humor monumental que para el status quo resulta prosaico, despreciable y por eso sujeto a su invisibilización. En una época de arquitecturas de remesas, es muy valiente de su parte recordarnos que somos guatemaltecos en permanente proceso de “gringuización”. Así, desde este texto de sala, de letras de vinil, de plástico adherible y brillos… ¿nos queda claro que esta exposición es de todo, menos minimalista?

Rosina Cazali

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