Lugar: 14 avenida 15-56 zona 10
fecha: 23 de febrero 2023
Hora de inauguración 11 a.m.
Puede visitarse de lunes a viernes de 9 a.m. a 1 y de 2 a 5 p.m. sábado 9 a.m. a 1 p.m.
Entrada libre
Recorrido guiado por la exposición el 8 de marzo 2023 a las 10:30 a.m.
El mar ha sido una presencia poderosa
en la psique humana desde tiempos inmemoriales. Simboliza el origen de
la vida, pero también la idea de un horizonte abierto, invitación al
viaje épico que puede conducirnos a lugares remotos. El paisaje marino,
presente en muchos de los movimientos más importantes del arte, se
define por un enfoque en el mar, enfatizando su belleza natural, su
carácter misterioso e indómito, pero también una metáfora que nos
permite comprender la existencia. La gran ola de Kanagawa, de Hokusai,
una de las obras más conocidas del movimiento Ukiyo-e (pinturas del
mundo flotante), por ejemplo, intenta enfatizar que el mundo es fugaz,
transitorio, sensación que nos provoca el surgir de las olas y su
desintegración. Claude Monet exploró los efectos efímeros de la luz en
el agua y con ello nos habla de los cambios que trae el transcurrir del
tiempo. Gerhard Richter, en su serie Seestück nos invita a la
contemplación que provoca la horizontalidad del mar apacible. El
paisaje marino puede conducirnos también al mundo íntimo y personal con
sus ritmos y sus cadencias.
Las obras que presenta Paola Beverini en esta exposición tienen este
efecto. En una de ellas, podemos apreciar la elegante armonía de una
brizna vegetal arrojada por el mar a nuestros pies. No está sola. Su
presencia forma un haz de relaciones: no solamente entre elementos
materiales como el agua, la arena o la luz, sino también con las
sombras, los reflejos que el instante provoca. La sensación es la de
haber descubierto un diminuto paisaje, lleno de vida, pero efímero.
Porque esta visión no está destinada a la permanencia. Es una brizna
vegetal, pero también una brizna de tiempo. El instante en que estamos
vivos, justo antes que el paso del tiempo y los cambios que trae,
arrasen con lo que fue. El tesoro de existir y su vulnerable fugacidad.
Beverini nos acerca al fenómeno vital de la naturaleza que es puro
movimiento. El vaivén del mar es la inspiración central: cada ola arroja
a la playa propuestas que desatan la imaginación de la artista. Los
desechos vegetales, el rastro del agua que, en su ir y venir, marca la
arena con cambiantes texturas, la espuma que se extiende en diseños que
serán arrasados al instante. Esta metódica danza, tan natural como
respirar, provoca una silenciosa calma. Y es esta emoción la que nos
provoca la propuesta de la artista. Porque en la obra no solamente
percibimos objetos, sino la presencia de quien observa y resulta
afectada por lo que ve.
El vaivén del mar genera un ritmo vital, un palpitar. Las obras de Paola
Beverini nos hacen sentirlo. No solamente en las imágenes que capta su
cámara, sino en ese otro momento cuando la artista toma las formas de
la naturaleza y las traslada a sus esculturas que no parecen inertes,
sino insufladas por el hálito de la existencia. Y, nuevamente, nos hace
reflexionar que el vaivén del agua es como el de nuestra propia vida
interior donde hay dolor y gozo; amistad y soledad, ira y ternura en un
oscilante péndulo. Los paisajes cambiantes y efímeros de la naturaleza
son también los de nuestro interior.
Si el movimiento está cerca de la vida, las lágrimas de piedra que son
parte de esta exposición nos sugieren algo muy distinto. Son estáticas,
como la muerte. La delicada paciencia con la que Beverini nos enseña
la etérea belleza que nos rodea, se transforma en un clamor. Estamos
aniquilando la naturaleza que nos sustenta, eliminando el resplandor de
su presencia.
Las obras de Paola Beverini son como un haikú cuyo estudiado minimalismo
aparenta sencillez, sin embargo, encierran una vitalidad desbordante y
una serena meditación acerca del significado de la vida. También una
voz que se alza para advertirnos del peligro de extinción que amenaza al
entorno natural cuya sobrevivencia está necesariamente vinculada a la
nuestra.
Carol Zardetto, febrero 2023.
Obras cortesía de Sol del Río
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