jueves, 13 de abril de 2023

Carmen L. Pettersen: vida, obra y pasión


Presentación del libro Carmen L. Pettersen: Vida, Obra y Pasión

miércoles 26 de abril de 2023, 7 p.m.

Mesa redonda: jueves 27 de abril de 2023, 10:00 a.m.  Participan Rosina Cazali, Guillermo Monsanto, David Ordónez y Juan Carlos Calderón

Museo Ixchel del Traje Indígena, Universidad Francisco Marroquín, 6a calle final zona 10

Exposición de piezas originales e interpretaciones por artistas contemporáneos

Venta del libro y obra gráfica en edición limitada

Entrada libre, parqueo Q40 en efectivo por cada evento.



Sin lugar a duda el libro sobre la Vida, obra y pasión que perfila el legado de Carmen L. Pettersen es un aporte invaluable para la cultura artística de Guatemala.  En esta lucida publicación, la Fundación Carmen L. Pettersen nos presenta la vida, obra y pasiones artísticas de Carmen L. Pettersen, una de las acuarelistas más reconocidas de Guatemala.

El libro incluye un amplio texto escrito por la curadora guatemalteca Rossina Cazali que nos acerca a la biografía de la artista y el contexto histórico que incidió en su producción.   También reflexiona y discute los aportes que Pettersen realizó a partir de sus meticulosas acuarelas dedicadas a los paisajes de la boca/costa guatemalteca y a la extraordinaria riqueza botánica de la costa sur de Guatemala.

Katherine Manthorne, reconocida catedrática de historia del arte de City University de Nueva York (CUNY) y autora de decenas de libros y ensayos sobre arte latinoamericano, ubica a Pettersen dentro del contexto del arte del continente y establece importantes comparaciones con otros autores dedicados al paisaje.  Christa Bollmann contribuye con un análisis sobre la importancia de Pettersen en la conservación de la tradición textil de los pueblos Mayas de Guatemala a través de entrevistas realizadas a Violeta Gutiérrez, curadora del Museo Ixchell, y Rosario Miralbés, etnógrafa y especialista en textiles de Guatemala.  El libro fue impreso en Artes Gráficas Palermo en Espana. 

El documento monográfico presenta, desde el principio, a una sólida mujer, extremadamente sensible, empática y aguda, cuya vocación sanadora alcanzó de sobra para beneficiar los entornos por los que fluyó.  A la par de toda la actividad desarrollada en las fincas y, finalmente, en El Zapote, Escuintla, Pettersen, su esposo Pete (Leif Lind Pettersen) y la familia que formaron, alcanzaron una vida ejemplar rebosante de trabajo, esfuerzo, encuentros afortunados, temple y una relación impecable con los lugareños y la naturaleza. 

El libro cuenta con capítulos antológicos, el catálogo de la obra seleccionada y una cronología muy interesante que implica la presencia de la artista en los albores de los regionalismos academicistas y el retrato indígena (1923) en Guatemala.  Su exposición en la Academia de Bellas Artes (hoy Escuela Nacional de Artes Plásticas) se dio en el momento emergente de pintores como Alfredo Gálvez Suárez, Antonia Matos, Salvador Saravia, Jaime Arimany o Hilary Arathoon.  Ella, poseedora de una técnica y oficio impecables, causó un impacto en aquella generación que daba sus primeros pasos en el arte y el descubrimiento de la exuberante y diversa nación.    

Entre muchos temas de su interés, como la botánica, las naturalezas muertas, lo etnográfico, el paisaje y el retrato, su labor comenzó a filtrarse por vías alternas    no comerciales en diferentes colecciones particulares.  Es así como otros artistas e historiadores fueron siguiéndole la huella para dejar registros que la sitúan dentro de la evolución creativa del país.  Quizás el más visible sea su aparición en el tomo uno de Pintores de Guatemala (1967) que se percibe como un quién es quién en el arte. 

Desde 1927, ya en El Zapote, encontró una fuente particular de información con la que se internó en el paisaje de la boca/costa del sur de la República.  La finca le brindó, como el libro “Vida, obra y pasión / Carmen de Pettersen” deja patente, modelos de mucha diversidad que pueden definir su labor como única debido a los intereses tan particulares que recreó. 

Mientras se adentró en la selvática región pintando y dibujando también fue entendiendo su naturaleza.  Hacia 1955 y 1956, proyectó la idea de confeccionar un jardín ideal, que hoy se puede visitar en determinadas fechas.  Luego de estudiar diseño de jardines en Inglaterra (Kew Gardens, 1955), inició una readecuación especial en el que ella, su familia y los visitantes quedaron como parte protagonista de un enorme y exótico paisaje.  Pettersen pintaba dentro de otra pintura que ella misma había construido.   

Expuso colectivamente en la galería Cosmos en el año de 1930 y, tres años más adelante, con Gálvez Suárez, Garavito -y otros artistas ya fallecidos como Carlos Valenti- en el Museo de Los Ángeles, en una muestra que se llamó Pinturas de Guatemala.  En 1944 exhibió en solitario otra vez en la Academia de Bellas Artes cuando se traslaparon las corrientes regionalistas con nuevos lenguajes expresivos.  En 1945, la sala del Instituto Guatemalteco Americano (IGA), que era considerada como una alternativa muy novedosa, acogió su obra y la de otros pintores.  De nuevo se la ve a la par de los artistas en boga con la obra Paisaje de Atitlán que obtuvo la Medalla de Oro y su correspondiente diploma. De este modo, no solo quedó a la cabeza del grupo, sino que recibió la máxima visibilidad por su maestría en la técnica. 

A pesar de vivir y trabajar en la finca El Zapote, y de ser una artista por lo general considerada como solitaria, siempre consiguió exponer en lugares puntuales y en momentos particulares.  En plena revolución (1947) mostró una nueva serie en la Oficina Nacional de Correos titulada Acuarelas y dibujos en tinta.  Tres años después compartiría cartel en la Galería Arcada junto a figuras como Federico Schaeffer, Carlos Rigalt y Antonio Tejeda, entre otros varios de la generación del 20 y el 30.  También expuso de manera personal en Foto Arte (hoy Galería Ríos, 1950); en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (1960) en una exhibición singular ya que, junto a varios artistas, fue a pintar al natural al sitio arqueológico Tikal (para la entrega del libro se consiguió juntar algunas obras de los artistas realizadas en aquellas fechas). Finalmente, para subrayar la importancia que la artista tuvo para la Escuela Nacional de Artes Plásticas, presentó con Garavito Exposición de retratos (1961).  

A partir de 1970 se internó en el registro etnográfico valiéndose del recurso del retrato regional, con el apoyo de Julia R. Plocharski y Silvia Pettersen de Leonowens, selección que presentó en la Cámara de Comercio (1974) y que, más adelante, conformarían parte del libro Maya of de Guatemala (Club de Oficiales, 1976). A partir de ese año, la acuarelista fue el referente obligado y su trabajo, en exhibición permanente en el Museo Ixchel de Traje Indígena, la fuente de consulta de diferentes profesionales e investigadores. 

Entre los muchos honores que obtuvo destacan la Medalla Orden del Quetzal (1977); la dedicación del Primer Salón de la Acuarela (1980); la Universidad de San Carlos entrega en homenaje póstumo el diploma de Reconocimiento al Mérito por su legado Artístico al Pueblo de Guatemala; y, finalmente, dos emisiones postales 2009 y 2011, de 16 sellos con fragmentos del legado que se exhibe en el Museo Ixchel.    

El libro de doña Carmen, entonces, no solo ayuda a entender los afanes expresivos de una pionera del arte del siglo XX. También es una fuente de información que interconecta a la protagonista con otros artistas cuya labor se ha perdido en el tiempo. Viene a ser una memoria de la multiplicidad que caracterizó una apasionante vida y un recuerdo inequívoco de que "quien sabe trascender no desaparece en el tiempo". 

Guillermo Monsanto 

 

Foto: Acuarela sobre papel cortesía de Fundación Carmen L. Pettersen

 

No hay comentarios: