A partir del 14 de noviembre del 2008 en Sol del Río Arte Contemporánea
15 avenida 15-56 zona 10 Tel. 2368- 0352 Horas hábiles.
Abierta hasta el 6 de diciembre.
Dennis Leder y el arte de la proporción _____________________________________________________________
Por Paulo Alvarado
Dennis Leder es dueño de una mirada sutil. En esa mirada se combinan –aparente contradicción– la serenidad con la inquietud. Como quien se acepta a sí mismo, pero no acepta el poco tiempo que la vida nos concede para dejar una impronta en nuestra sociedad. Se mueve, entonces, con cierta reserva, pero sin parsimonia. No tiene prisa en brindar respuestas; antes bien, se deleita en darle vueltas a las preguntas. Sin embargo, la chispa en sus ojos delata al artista travieso que encuentra un gran placer en perseguir una idea hasta que se vuelve el croquis detallado de un cuadro, con todo y los cuidadosos listados de las mezclas de pintura que utilizará en la pieza terminada, o la maqueta de cartón que devendrá una robusta escultura en metal y los materiales de soldadura autógena que requerirá.
Amante de la geometría y apasionado de las proporciones y de las relaciones numéricas en el arte, Dennis no está dispuesto a claudicar en la búsqueda de la expresión abstracta, cosa que ciertamente desafía el ojo de los asistentes a sus exposiciones, saturados de figurativismo, hasta en las piezas más nuevas de los artistas más jóvenes. Antes de blandir el pincel, o el cincel, del lápiz de Dennis han tenido que fluir números, como ésos que un matemático denomina irracionales, aunque un dibujante los represente de un trazo en una hoja de papel y en la superficie llena de color sobre un lienzo. Raíces cuadradas, números trascendentales, la serie de números primos, la serie Fibonacci, la proporción áurea.
La proporción áurea. La proporción divina, como también se le llama. Presente en los segmentos de un mineral, en las partes de una flor, en el cuerpo humano, en la configuración de los sistemas estelares. Acaso es el sacerdote, el teólogo, el maestro, el conferencista, todos ellos incansables, que conviven en la humanidad de este escultor-pintor. Acaso es este escultor-pintor que, de pronto, se acuerda que ha de compartir sus afanes con los del religioso ignaciano, ocupado en estudios de divinidad, docencia y labor pastoral.
Y, además, Dennis Leder siempre ha tenido una insoslayable inclinación a cuadrar el círculo. Cuando me invitó por primera vez para que compusiera la música de una coreografía que acompañaría la inauguración de una exposición de su escultura, hace ya más de diez años, se me hizo evidente que este criterio animaba y permeaba su labor como artista visual. Hoy, cuando contemplo su trabajo, me apercibo de que no ha cambiado su visión; en todo caso ha profundizado en ella y así sucede que ni el espacio ni el lienzo consiguen aprisionar la mayoría de sus piezas. Es como si la decidida intersección de planos en una de sus mayores composiciones de metal apenas constituyera la muestra de una pieza mucho más amplia, imposible de guardar en su taller. Es como si la calculada disposición de las líneas de fuerza en sus cuadros más grandes apenas fuera un detalle de la pintura completa, demasiado extensa para que pueda caber en una pared.
Dennis sigue empecinado en una de sus intenciones favoritas: poner los números al servicio del arte. Sea como en las grandes pirámides del Egipto antiguo, o en el Partenón de los griegos; sea como Da Vinci en la celebérrima ilustración de la Divina proportione, o Dalí en su Sacramento de la Última Cena; sea como Bartók en su Music for Strings, Percussion and Celesta, Philip Glass en Einstein on the Beach, o Tool en su canción Lateralus. Éstos, como tantísimos otros, no hacen sino ejemplificar la permanente búsqueda de la proporción y Dennis no sólo es un veterano de semejante indagación; igual conoce y maneja las paradojas que plantea la cuadratura del círculo, en la ciencia, en el arte, en la vida.
Al final, el arte de Dennis Leder consiste en saber guardar... la proporción del arte. El arte de la proporción.
Guatemala, noviembre de 2008.
Dennis Leder es dueño de una mirada sutil. En esa mirada se combinan –aparente contradicción– la serenidad con la inquietud. Como quien se acepta a sí mismo, pero no acepta el poco tiempo que la vida nos concede para dejar una impronta en nuestra sociedad. Se mueve, entonces, con cierta reserva, pero sin parsimonia. No tiene prisa en brindar respuestas; antes bien, se deleita en darle vueltas a las preguntas. Sin embargo, la chispa en sus ojos delata al artista travieso que encuentra un gran placer en perseguir una idea hasta que se vuelve el croquis detallado de un cuadro, con todo y los cuidadosos listados de las mezclas de pintura que utilizará en la pieza terminada, o la maqueta de cartón que devendrá una robusta escultura en metal y los materiales de soldadura autógena que requerirá.
Amante de la geometría y apasionado de las proporciones y de las relaciones numéricas en el arte, Dennis no está dispuesto a claudicar en la búsqueda de la expresión abstracta, cosa que ciertamente desafía el ojo de los asistentes a sus exposiciones, saturados de figurativismo, hasta en las piezas más nuevas de los artistas más jóvenes. Antes de blandir el pincel, o el cincel, del lápiz de Dennis han tenido que fluir números, como ésos que un matemático denomina irracionales, aunque un dibujante los represente de un trazo en una hoja de papel y en la superficie llena de color sobre un lienzo. Raíces cuadradas, números trascendentales, la serie de números primos, la serie Fibonacci, la proporción áurea.
La proporción áurea. La proporción divina, como también se le llama. Presente en los segmentos de un mineral, en las partes de una flor, en el cuerpo humano, en la configuración de los sistemas estelares. Acaso es el sacerdote, el teólogo, el maestro, el conferencista, todos ellos incansables, que conviven en la humanidad de este escultor-pintor. Acaso es este escultor-pintor que, de pronto, se acuerda que ha de compartir sus afanes con los del religioso ignaciano, ocupado en estudios de divinidad, docencia y labor pastoral.
Y, además, Dennis Leder siempre ha tenido una insoslayable inclinación a cuadrar el círculo. Cuando me invitó por primera vez para que compusiera la música de una coreografía que acompañaría la inauguración de una exposición de su escultura, hace ya más de diez años, se me hizo evidente que este criterio animaba y permeaba su labor como artista visual. Hoy, cuando contemplo su trabajo, me apercibo de que no ha cambiado su visión; en todo caso ha profundizado en ella y así sucede que ni el espacio ni el lienzo consiguen aprisionar la mayoría de sus piezas. Es como si la decidida intersección de planos en una de sus mayores composiciones de metal apenas constituyera la muestra de una pieza mucho más amplia, imposible de guardar en su taller. Es como si la calculada disposición de las líneas de fuerza en sus cuadros más grandes apenas fuera un detalle de la pintura completa, demasiado extensa para que pueda caber en una pared.
Dennis sigue empecinado en una de sus intenciones favoritas: poner los números al servicio del arte. Sea como en las grandes pirámides del Egipto antiguo, o en el Partenón de los griegos; sea como Da Vinci en la celebérrima ilustración de la Divina proportione, o Dalí en su Sacramento de la Última Cena; sea como Bartók en su Music for Strings, Percussion and Celesta, Philip Glass en Einstein on the Beach, o Tool en su canción Lateralus. Éstos, como tantísimos otros, no hacen sino ejemplificar la permanente búsqueda de la proporción y Dennis no sólo es un veterano de semejante indagación; igual conoce y maneja las paradojas que plantea la cuadratura del círculo, en la ciencia, en el arte, en la vida.
Al final, el arte de Dennis Leder consiste en saber guardar... la proporción del arte. El arte de la proporción.
Guatemala, noviembre de 2008.
Para leer la nota en El Periodico presione aquí
Para lo escrito por Irma de Luján aquí
No hay comentarios:
Publicar un comentario