Texto de Guillermo Monsanto sobre la colección
EFRAÍN RECINOS (proyectos restaurados)
Este quezalteco, nacido en 1928, es uno de los pocos autores considerados como genio por otros artistas igualmente iluminados. Ya de niño, a penas a los cinco años, mostró dotes especiales para la pintura la cual fue desarrollando en la privacidad de su casa hasta el año de 1939. Recinos no fue a ningún centro educativo –escuela o colegio- porque su padre consideró que los niños le iban a enseñar “malcriadezas y malas costumbres”. De este modo, en casa, bajo la influencia de otro notable, su papá (quien era a su vez inventor, fabricante de instrumentos musicales y pintor) fue dibujando un mundo propio, intuitivo e insuflado únicamente por las imágenes que llegaban a su imaginación y el modo como las interpretaba. También creó un repertorio verbal único y ágil que lo ha acompañado a lo largo de la vida.
Su cabeza infantil, en el sentido pictórico, fue un universo libre de marchamos académicos adulterados por la ingerencia de sus mayores. Ese respeto a la individualidad del infante fue clave en el desarrollo de una imaginación particular y contundente. Revistas de historietas, la radio y otras referencias, nutrieron de a poco un sentimiento que se transformaría con el tiempo en una guatemaltequidad muy universal.
Durante el corredor revolucionario (1944-1954), a finales de la década del cuarenta, ingresó en la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Aquellos fueron años vitales respecto a los cambios de pensamiento y un momento en que los artistas propusieron desde otras perspectivas más consecuentes con las corrientes internacionales en boga. Aún así, hay que anotarlo, supieron asumir esas nuevas tecnologías impregnándolas de personalidad sui géneris. En la ENAP Recinos consolidaría conocimientos y valores específicos que ya venía explorando desde la infancia. Allí, también se interrelacionaría con los autores sugeridos al inicio del párrafo con quienes, aunque un poco mayores que él, terminaría trabajando en ambiciosos proyectos en el del Centro Cívico.
En 1957 se graduó de Ingeniero en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Este nuevo conocimiento sumaría a su visión artística elementos que le convertirían, en un lapso relativamente corto, en único y específico. Era para aquellas fechas pintor, escultor e ingeniero. Punto de partida de un a serie de trabajos sui géneris entre los que se listan el Parque de la Industria, el mural del Crédito Hipotecario, la fachada de la Biblioteca Nacional, las integraciones del Aeropuerto Internacional La Aurora, el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias y el frontón del Hotel Intercontinental, entre otra diversidad de propuestas.
Las pinturas que ilustran el presente documento son anteproyectos creados cerca de 1980. Tenían como fin ser las guías de un mural (no realizado) para el vestíbulo de la Corte Suprema de Justicia. Lamentablemente no todas están localizadas y por ello es imposible armar el rompecabezas. Los cuadros están extraviados, destruidos o, en el mejor de los casos, en colecciones particulares. Nada extraño ya que Recinos ha donado mucha obra para subastas y actividades de carácter benéfico. También ha facilitado a galerías de arte bocetos y dibujos para distinto tipo de eventos. Por lo mismo no sería difícil que aparecieran algunos trabajos dispersos a lo largo del tiempo luego de aparecer esta publicación. Su restauración se hizo necesaria ya que, por su naturaleza transitoria, fueron guardados sin las precauciones correspondientes. El tiempo y la mano del hombre hicieron el resto.
¿Restauración? Bueno, habrá que pensar más en un rescate de naturaleza no tradicional ya que el procedimiento recuperó los faltantes y daños en la obra original sin emplear métodos invasivos. Esto quiere decir que procedimiento fue digital y que una obra creada en un momento en que este tipo de tecnología no existía, pertenece ya al futuro por el alto nivel de resolución y fidelidad con que Juan Carlos Melero (Franja Fotográfica de España) realizó este acucioso trabajo. Labor que, dicho sea de paso, es la misma que Melero realizara con toda la obra que hay de este género en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid. Así la importancia de este trabajo. Los originales están en poder de la Fundación Monteforte Toledo que fue la institución que se dio a la tarea de volverles a dar vida y razón de ser. La otra serie que aparece en esta edición es de la década de los cincuenta y se llama improvisaciones.
¿Cuál es la esencia de esta obra y de toda la producción de Efraín Recinos? Un desbordado amor por Guatemala. Ese es el secreto del encanto y la emoción que traslucen los trabajos de este artista. El mural fue diseñado para ser ejecutado de forma mixta en relieve y mosaico. De hecho, las primeras seis formaletas para las fundiciones se llegaron a realizar en madera y hierro (eran en sí mismas obras acabadas). En esas alturas del proyecto, un espíritu pobre y con remordimientos consideró que no debían de hacerse y detuvo el trabajo. Para siempre. Los moldes desaparecieron. Su tema, Guatemala y la Justicia. Tal como señala la crítica Irma Lorenzana de Luján, estas creaciones están “más allá de la protesta”, no era su fin. No señalan nada que implique otra cosa más que el término les dio origen. Eso y nada más. Sin embargo el magistrado que dio la orden se sintió en peligro. Nada nuevo.
En lo formal, la obra posee un sabor completamente orgánico debido a que los componentes psicológicos del trabajo provienen del entorno inmediato, de la naturaleza. A ello se suma el elemento anecdótico característico que facilita la lectura de las imágenes que llevan al espectador por evocaciones cálidas y familiares de un estatus que les es propio y que va de la mano con su nacionalidad. Narrativo e ideológico su discurso no se distrae… más bien, se centra en las posibilidades pictóricas que el tema le brinda y que rebasa a partir del color y el manejo que sabe hacer de éste. Con el dibujo delimita, con el pigmento libera, se expande para crear dimensiones y planos terrenales paralelos. La mujer, siempre es musa sensual y poderosa. El papel que ésta juega dentro de toda su producción es el de portadora y protagonista máxima de sus propios pensamientos. Hay que recordar que la sociedad guatemalteca se construye desde un orden matriarcal.
Respetuoso de la esencia, irreverente con la injusticia, esta colección se centra en el deseo por hacer una patria mejor y justa para todos. Es, ya para finalizar, un trabajo que funge más como recordatorio que como amenaza.
EFRAÍN RECINOS (proyectos restaurados)
Este quezalteco, nacido en 1928, es uno de los pocos autores considerados como genio por otros artistas igualmente iluminados. Ya de niño, a penas a los cinco años, mostró dotes especiales para la pintura la cual fue desarrollando en la privacidad de su casa hasta el año de 1939. Recinos no fue a ningún centro educativo –escuela o colegio- porque su padre consideró que los niños le iban a enseñar “malcriadezas y malas costumbres”. De este modo, en casa, bajo la influencia de otro notable, su papá (quien era a su vez inventor, fabricante de instrumentos musicales y pintor) fue dibujando un mundo propio, intuitivo e insuflado únicamente por las imágenes que llegaban a su imaginación y el modo como las interpretaba. También creó un repertorio verbal único y ágil que lo ha acompañado a lo largo de la vida.
Su cabeza infantil, en el sentido pictórico, fue un universo libre de marchamos académicos adulterados por la ingerencia de sus mayores. Ese respeto a la individualidad del infante fue clave en el desarrollo de una imaginación particular y contundente. Revistas de historietas, la radio y otras referencias, nutrieron de a poco un sentimiento que se transformaría con el tiempo en una guatemaltequidad muy universal.
Durante el corredor revolucionario (1944-1954), a finales de la década del cuarenta, ingresó en la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Aquellos fueron años vitales respecto a los cambios de pensamiento y un momento en que los artistas propusieron desde otras perspectivas más consecuentes con las corrientes internacionales en boga. Aún así, hay que anotarlo, supieron asumir esas nuevas tecnologías impregnándolas de personalidad sui géneris. En la ENAP Recinos consolidaría conocimientos y valores específicos que ya venía explorando desde la infancia. Allí, también se interrelacionaría con los autores sugeridos al inicio del párrafo con quienes, aunque un poco mayores que él, terminaría trabajando en ambiciosos proyectos en el del Centro Cívico.
En 1957 se graduó de Ingeniero en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Este nuevo conocimiento sumaría a su visión artística elementos que le convertirían, en un lapso relativamente corto, en único y específico. Era para aquellas fechas pintor, escultor e ingeniero. Punto de partida de un a serie de trabajos sui géneris entre los que se listan el Parque de la Industria, el mural del Crédito Hipotecario, la fachada de la Biblioteca Nacional, las integraciones del Aeropuerto Internacional La Aurora, el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias y el frontón del Hotel Intercontinental, entre otra diversidad de propuestas.
Las pinturas que ilustran el presente documento son anteproyectos creados cerca de 1980. Tenían como fin ser las guías de un mural (no realizado) para el vestíbulo de la Corte Suprema de Justicia. Lamentablemente no todas están localizadas y por ello es imposible armar el rompecabezas. Los cuadros están extraviados, destruidos o, en el mejor de los casos, en colecciones particulares. Nada extraño ya que Recinos ha donado mucha obra para subastas y actividades de carácter benéfico. También ha facilitado a galerías de arte bocetos y dibujos para distinto tipo de eventos. Por lo mismo no sería difícil que aparecieran algunos trabajos dispersos a lo largo del tiempo luego de aparecer esta publicación. Su restauración se hizo necesaria ya que, por su naturaleza transitoria, fueron guardados sin las precauciones correspondientes. El tiempo y la mano del hombre hicieron el resto.
¿Restauración? Bueno, habrá que pensar más en un rescate de naturaleza no tradicional ya que el procedimiento recuperó los faltantes y daños en la obra original sin emplear métodos invasivos. Esto quiere decir que procedimiento fue digital y que una obra creada en un momento en que este tipo de tecnología no existía, pertenece ya al futuro por el alto nivel de resolución y fidelidad con que Juan Carlos Melero (Franja Fotográfica de España) realizó este acucioso trabajo. Labor que, dicho sea de paso, es la misma que Melero realizara con toda la obra que hay de este género en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid. Así la importancia de este trabajo. Los originales están en poder de la Fundación Monteforte Toledo que fue la institución que se dio a la tarea de volverles a dar vida y razón de ser. La otra serie que aparece en esta edición es de la década de los cincuenta y se llama improvisaciones.
¿Cuál es la esencia de esta obra y de toda la producción de Efraín Recinos? Un desbordado amor por Guatemala. Ese es el secreto del encanto y la emoción que traslucen los trabajos de este artista. El mural fue diseñado para ser ejecutado de forma mixta en relieve y mosaico. De hecho, las primeras seis formaletas para las fundiciones se llegaron a realizar en madera y hierro (eran en sí mismas obras acabadas). En esas alturas del proyecto, un espíritu pobre y con remordimientos consideró que no debían de hacerse y detuvo el trabajo. Para siempre. Los moldes desaparecieron. Su tema, Guatemala y la Justicia. Tal como señala la crítica Irma Lorenzana de Luján, estas creaciones están “más allá de la protesta”, no era su fin. No señalan nada que implique otra cosa más que el término les dio origen. Eso y nada más. Sin embargo el magistrado que dio la orden se sintió en peligro. Nada nuevo.
En lo formal, la obra posee un sabor completamente orgánico debido a que los componentes psicológicos del trabajo provienen del entorno inmediato, de la naturaleza. A ello se suma el elemento anecdótico característico que facilita la lectura de las imágenes que llevan al espectador por evocaciones cálidas y familiares de un estatus que les es propio y que va de la mano con su nacionalidad. Narrativo e ideológico su discurso no se distrae… más bien, se centra en las posibilidades pictóricas que el tema le brinda y que rebasa a partir del color y el manejo que sabe hacer de éste. Con el dibujo delimita, con el pigmento libera, se expande para crear dimensiones y planos terrenales paralelos. La mujer, siempre es musa sensual y poderosa. El papel que ésta juega dentro de toda su producción es el de portadora y protagonista máxima de sus propios pensamientos. Hay que recordar que la sociedad guatemalteca se construye desde un orden matriarcal.
Respetuoso de la esencia, irreverente con la injusticia, esta colección se centra en el deseo por hacer una patria mejor y justa para todos. Es, ya para finalizar, un trabajo que funge más como recordatorio que como amenaza.
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