martes, 7 de septiembre de 2010

Individual Expandido. Representaciones Artísticas de la Familia en el Centro Cultural Luis Cardoza y Aragón

(haz clic sobre la imagen)

Participan: Frida Cano Domínguez, Susana Casarín, Soledad Sánchez Goldar, Óscar Sánchez Gómez , Talita Virginia y Maru De la Garza.

Curaduría Irving Domínguez


Apertura miércoles 8 de septiembre a las 6:00 p.m.


Centro Cultural Luis Cardoza y Aragón de la Embajada de México,

2a. avenida 7-57 zona 10 Tel. 2420.3438

Puede visitarse en días y horas hábiles hasta el 1 de octubre.
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El texto de sala dice:


Individual expandido. Representaciones artísticas de la familia
Curador: Irving Domínguez-

(…) Mas qué una sociedad en miniatura, la familia puede ser concebida como un individuo expandido.
Sergio Reuben Soto


Esta exhibición ofrece una selección puntual de proyectos realizados en México, Brasil y Argentina en los últimos 12 años, cada uno abordando las implicaciones de volver pública la vida en familia de cada uno de los artistas o la de otros individuos, quienes han establecido una complicidad con el autor/a para comunicar su realidad íntima.

Buena parte de las propuestas aquí reunidas tienen como base conceptual la representación fotográfica, pero su articulación definitiva termina por valerse de otros soportes expresivos como el video, la instalación o el libro de artista. Aquí también se presenta un involucramiento activo de la fotografía y el performance, donde la apropiación de imágenes de carácter histórico deviene en una transformación completamente estética.

Las piezas de los seis artistas incluidos en la muestra están agrupadas en dos vertientes de la representación visual y audiovisual de autor. La primera corresponde al ámbito del documental, en el cual se inscriben los ensayos fotográficos de Susana Casarín, Oscar Sánchez Gómez y Talita Virginia, cada uno con una relevancia a considerar.

Familias Mexicanas (1997 – 2007, 2010) de Óscar Sánchez Gómez es uno de los primeros esfuerzos por visibilizar las identidades sexualmente diversas y su impacto en la vida social a través de las familias que constituyen. Lo mismo puede afirmarse sobre Realidades y Deseos (2005 – 2010) de Susana Casarin pues fotodocumentales acerca del travestismo no abundan en la historia de la fotografía en México. Por su parte, Talita Virginia aplica el rigor del documentalista hacia su propio ámbito familiar en la serie Pai, policía (Papá, policía, 2006 – 2010) donde conjuga su experiencia de vida con el análisis hacia el estereotipo de violencia alrededor de la figura del policía militar, profesión en la cual se ha desempeñado su padre por cerca de 30 años en la ciudad de São Paulo.

La segunda vertiente se establece en la práctica del arte contemporáneo, y para el caso de las autoras convocadas, la base de todo su proceso creativo es la minuciosa investigación en la historia familiar que conduce una reflexión continua sobre la identidad, objetivando el impacto de estas relecturas en ciclos de trabajo abiertos, de consecuencias inesperadas pero siempre fértiles.
A través del performance, el tatuado en público o el bordado colectivo Soledad Sánchez Goldar reanima no sólo las circunstancias históricas y sociales que afectaron a su familia, también colabora en la resolución de un duelo compartido por los integrantes de la sociedad en la que ahora participa, aunque la mayor parte del tiempo ese dolor permanezca silenciado. Fotos Lavadas (2006 – 2008) es un tributo a sus seres queridos, así como la restitución de cierta unidad para siempre afectada entre quienes reciben las copias de su álbum.

En el caso de Frida Cano Domínguez, la autorrepresentación es una constante de su obra y es fruto de una recuperación sostenida de la memoria familiar (indirectamente ellos se vuelven cómplices de su proceso creativo). El resultado es otra versión de Frida, una alteración producto de un juego de restitución, pero también fruto de un “exceso de realidad”. Los huecos en la historia no son consecuencia de las omisiones inevitables en toda narración personal, ahora son parte de una constelación de espejismos que favorecen las especulaciones más aventuradas.

Maru de la Garza emplea diversos soportes tanto visuales como audiovisuales para reconfigurar aspectos perdidos de su propia identidad. El proyecto La piel de la memoria, iniciado en el año 2006, es la respuesta hacia un episodio de amnesia sucedido a la artista tras una estancia hospitalaria entre los años 2005 y 2006. Entre las diversas obras generadas a partir de esa experiencia se presenta Veinte mujeres, una breve recopilación de testimonios en video de las mujeres que cuidaron a Maru mientras permanecía convaleciente. Sin embargo, no es una pieza documental, es una reescritura de lo narrado a partir de la manipulación del audio y la imagen en movimiento. De lo descriptivo e informativo hasta lo ininteligible, al vacío significativo, esta pieza nos lleva al punto donde lo que se comparte y nos conforma simplemente se evapora.

En Nextipac de Iztapalapa, Ciudad de México, 2010

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