jueves, 30 de agosto de 2018

Del arte al niño

FUNSILEC 2018

Homenaje a Jamie Bischof

Lugar: Centro Empresarial Pradera Blvd. Los Próceres 24-69 zona 10

Fecha: 6 de septiembre

Hora de inauguración: 7 pm

Puede visitarse de lunes a viernes de 9 am a 5 pm hasta el 31 de octubre.  Entrada libre





El brillo del aluminio
Las obras de esta artista norteamericana de nacimiento y guatemalteca por adopción son más emotivas que conceptuales.
La honradez hacia sí misma y con quienes la rodean, la sinceridad con su propia visión del arte, su pasión y su capacidad de reinventarse han hecho de Jaime Bischof una figura singular en las artes de Guatemala. Empezó en los años setenta cuando había muy pocas mujeres artistas.
Con las obras del período negro de Mark Rothko en mente y en las que vio una investigación del color y no la ausencia de este, su trabajo inicial estuvo influido por el arte gráfico al que se había dedicado de joven. El Pop Art, la publicidad y la comunicación visual eran parte de su ambiente, pero la seducía la posibilidad de sugerir toda la gama cromática únicamente con el negro y el blanco.
También trabajó lienzos que tenían forma (shapped canvases) a cuya blancura añadía escasas franjas grises. Más adelante abordó el aluminio. Advirtió que, con su brillo y reflejo, proyectaba el color desde su ausencia. El aluminio recibe y devuelve imágenes y su aparente estatismo se rompe con el movimiento de su entorno.
El arte maya, los colores, la gente y las costumbres de Guatemala están presentes en sus piezas. El grado de abstracción con que Jaime aborda las visiones del país en que vive le debe un tanto al ya mencionado Rothko, a Ad Reinhart, Sol Le Witt, Frank Stella y a los guatemaltecos Danny Schafer, Luis Díaz, Zipacná de León y Margot Fanjul con quien la unía una gran amistad.
Después de dedicarse a la poesía, a acompañar a su esposo a la finca, a lograr que sus hijos se hicieran adultos, Jamie volvió a su taller hace once años. Desde entonces no se ha interrumpido esa especie de delirio productivo que la sacude y no la deja en paz. Ha realizado cinco exposiciones individuales, ha participado en dos bienales, ha recibido varios reconocimientos y se han visto piezas suyas en más de dos colectivas cada año.
Sus obras de 2007 conservaban el ensamblaje de las últimas hechas en 1982, con referencias al mundo maya y a los macacos coloniales.  Sin embargo, su lenguaje poco tardó en cambiar. En la XVI Bienal de Arte Paiz (2008), presentó un políptico que alternaba franjas hechas de llantas de autobuses con su habitual aluminio. Al año siguiente, sus obras se abrieron y dejaron espacios vacíos. Las líneas, las esquinas y los recovecos generaron nuevas estructuras penetradas por el aire y duplicadas por las sombras proyectadas en la pared. Más tarde, incorporó la madera que le dio calor y calmó al atrevido brillo del aluminio. La geometría de ángulos rectos, intencionalmente dislocada, anunciaba lo que siempre le ha intrigado: la construcción y la ruptura, la composición y la descomposición, lo medido y lo no medido.
Jaime provoca rompimientos, incursiona en la medida desmedida, en el control consciente de un inconsciente desbordado. Con el trabajo arduo calma una imaginación desapacible e incansable. En repetidas ocasiones ha comentado cómo visualiza en su totalidad una obra antes de hacerla. Se le presenta in mentis como algo terminado, luego se dedica a buscar los materiales para llevar a cabo lo que visualizó de antemano. Cada obra se le revela claramente y pocas veces cambia esa primera visión al hacerla. También el hallazgo tiene lo suyo. Lo fortuito o imprevisto se le impone con la seguridad de la certeza inapelable. A ello le siguen los aspectos técnicos no exentos de dificultad, pero, como en el caso de un artista experimentado, los materiales y sus soluciones le salen al encuentro.
A veces, el acabado más pulido de un fragmento permite hacer un énfasis o establecer una nueva cadencia. Esos pequeños detalles aluden a combinaciones distintas sugiriendo otras consistencias o revelando otras lecturas.
La capacidad de renovación de Jamie es como un metabolismo vivo que regenera células y tejidos provocando una constante vitalidad. Por ejemplo, en su serie Nuevo repertorio geométrico (2014) el tubo de plástico gris, de apariencia acerada, se alió al aluminio. Los círculos convivieron con los ángulos y generaron nuevos ritmos. La curva de hélice o helicoidal desarrollada en torno a un eje –propia de los ductos de las maquinarias complejas, los anillos periféricos, y que aparece en la escultura clásica (el Laocoonte), en la barroca (Bernini), en la arquitectura de Gaudi y Lloyd Wright, entre otros– fue el cambio que introdujo ese año.
La emotividad vital que la embarga se nota desde el instante en que la conoces, pero la mesura aquieta el torbellino. Jamie es una dama. La elegancia con que ha templado su carácter se transfiere a sus obras: vitales, pero sosegadas; dinámicas y además quietas. Así como con el blanco y el negro se abarca la totalidad de los colores, su estilo es austero, porque con poco dice mucho. 

s. herrera u.
mayo, 2018







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