martes, 1 de febrero de 2022

Paulo Whitaker y Lourdes de la Riva

 


 Lugar: Sol del Río 14 avenida 15-56 zona 10 


Fecha: a partir del 28 de enero al 11 de marzo 2022

Horario de visita 9 a.m. a 1 y de 2 a 5 p.m.  sábado de 9 a.m. a 1 p.m.


Entrada libre


 
 
 



Paulo Whitaker | "Sin título" | Óleo sobre tela | 190 x 140 cms | Pieza única | 2021

Paulo Whitaker

 
Paulo es un ser generoso. Más cercano a un niño que obsequia dulces a un desconocido que a un hombre mayor que camina por los pasillos de una Bienal de Arte, o se toma un licuado vitamínico en un quiosco ambulante en las calles de São Paulo con pintura fresca en los dedos. Aconseja a los artistas no posar para las fotos con el puño en la quijada, ni hablar de “La fenomenología de la percepción” de Merleau-Ponty en las entrevistas. Amante del tennis así como del surf, detesta la música popular brasileña y su pensamiento va más acorde al hip hop o a los llamados nuevos géneros musicales, que a notas sonoras que puedan ser adivinadas o intuidas, lo que Pierre Boulez llamaba notas esperables.

Paulo es un hombre que pinta. Ahí puede resumirse todo. Pero lo que pinta no resume nada. Al parecer, es difícil orientarse viendo su obra que sistemáticamente niega valores propios de la pintura tradicional: la armonía cromática o la pureza del trazo.

Me da la sensación que Paulo cuando pinta no es adversario de sus obras, pero creo que esa es una percepción errónea Nada en sus pinturas o dibujos es arbitrario ya que se intuye que hubo una lucha entre él y el espacio pictórico. Pero da la sensación de que hay un acuerdo entre las formas y sus deseos -que buscan- más que un ajuste de cuentas, un desajuste. Pintura sucia, manchada, combinaciones cromáticas insospechadas, texturas que raspan la mirada, formas que parecen ser fragmentos de un mundo social y personal hecho trizas. Pero, ese desajuste de cuentas es ¿Contra el color y la forma? ¿Contra la forma tradicional de abordar el mundo pictórico? ¿Contra el trazo pulcro y firme? Boris Groys, el teórico y crítico ruso sostiene la importancia de lo que él llama “el gesto débil” para hablar sobre el carácter transitorio de un arte que ya no puede afirmar nada sólido sobre el mundo.

Es en ese gesto desde el que Paulo nos habla. Cubre nuestros ojos y así nos des-cubre otra forma de mirar. Sentir con el oído, orientarnos en el espacio a partir del sonido, el silencio y la forma. Color que es pensamiento, forma híbrida, palpitante. Forma que espera, espera que vive en gestos caóticos ordenados minuciosamente: raspones, colores pastosos, huellas de dedos, formas vibrantes como los dibujos que dejamos flotando en la infancia para redescubrir su infatigable vigencia. Su pintura es nuestra infancia obsequiada a nuestro tiempo, tan fluido y disperso como nuestra propia contingencia.
 
Luis González Palma, 2021

Paulo Whitaker | "Sin título" | Óleo sobre tela | 180 x 130 cms | Pieza única | 2021

Paulo Whitaker | "Sin título" | Óleo sobre tela | 190 x 140 cms | Pieza única | 2021

PAULO WHITAKER
Brasil 1958

Vive y trabaja en Sao Paulo

Estudió Bellas Artes en UDESC, Sao Paulo, de donde se graduó en 1984.​

Dentro de sus muestras individuales podemos mencionar:  Galería Milan, Galería Celma Albuquerque, Galería Marilia, Blast Gallery,  Plug In Gallery, Galeria Ruta Correa, Casa Triangulo, Sol del Rio, Galeria Nara Roesler,  Illingworth Kerr Gallery, Confederation Centre of the Arts, Galeria Roberto Alban.

Recibió el Premio Gunther de Pintura en su país.

Además, participa en Muestras colectivas desde principios de los 90’s en las que destacan: Panorama del Arte Brasileño, curada por Ivo Mesquita, Sao Paulo Museo de Arte Moderno, Brasil es el arte del Siglo de la colección del museo de Arte Contemporáneo de Sao Paulo en FIESP), el Arte Contemporáneo Brasileño en papel curada por Tadeu Chiarelli, MAM SP), 25 Bienal Internacional de Sao Paulo, curada por Agnaldo Farias y la bienal de Montreal entre otras.

Su obra se encuentra en las colecciones del Museo de Arte de Santa Catarina; Museo de Arte Moderno da São Paulo; Museu de Arte Contemporânea da Universidad de São Paulo; Museu de Arte Contemporânea do Paraná; Museu de Arte Brasileira da Fundação Armando Älvares Penteado e Instituto Cultural Itaú, São Paulo.





LA CALIGRAFÍA DE LA DESTRUCCIÓN: LOURDES DE LA RIVA
Javier Payeras
 
Rompí una nuez de castilla, desde niño pienso este fruto seco como un pequeño cerebro: líneas sinuosas que aparecen con solo quebrar su cáscara, un laberinto que la intemperie ha ido acomodando, “La vida es un accidente sin líneas rectas”, me decía la tarde anterior Lourdes de la Riva en el jardín de su casa.
Lourdes tiene una de las miradas más particulares que he conocido, serena, cautelosa y de movimientos que recorren todo alrededor hasta que se detienen en un punto, es como una lente que pasa de un plano general hasta quedar atrapada por un pequeño objeto. Esas cosas imperceptibles que para ella rebalsan de significado. Al visitar su estudio-taller uno encuentra algo muy parecido a un laboratorio, hay trozos de madera que pertenecieron a la vieja estructura de una casa corroída por insectos, de una forma extremadamente meticulosa fue rebanando la tabla por capas hasta dejarla convertida en muchas filigranas de formas caprichosas. Mi conexión es inmediata, encuentro en esos trazos una silenciosa caligrafía sin letras, un movimiento espontáneo, el laberinto que refugia a las especies casi microscópicas que construyen una vida invisible, que viajan y se cuelan haciendo sus túneles para vivir dentro de lo que las alimenta y las resguarda. El impacto de este trabajo tan lleno de paciencia no necesita pasar por el análisis intelectual, no existe ninguna proclama victimista o redundancia teórica encriptada, es algo que fascina y atrae por eso que María Zambrano reclama para la poesía “…lo que posee unidad lo posee todo”.

Sentados en su mesa, viendo al exterior, Lourdes me habla acerca de la “Estética de la destrucción”, me describe con sencillez sus hallazgos y ESO que es tan inefable como extraordinario: las formas derruidas por el tiempo que van dejando su huella en las cosas que pensamos impenetrables y sólidas. Saca de una caja una suerte de tesoros, sonríe como una niña, me muestra una colección de libros completamente avasallados por las polillas. Debo confesar que nunca había visto tanta destrucción como en esas páginas: retazos, fotografías perforadas, puntos que atravesaban el empastado de un extremo al otro… Cuando uno cree en la belleza, también cree en la destrucción, esos extremos que se tocan y se reinician. Puede que no exista en realidad nada tan humano como entender que cualquier cosa que hagamos es únicamente pensamiento, porque la materia siempre será prisionera de lo efímero, de lo pasajero y no existe nada que evada la caducidad.

En una época de algoritmos y de certezas impuestas, encontrarse con la verdad más elemental, la premisa que seremos devorados por lo más pequeño y no destruidos por ningún cataclismo universal, hace que nuestra vanidad disminuya y que nuestro apego por los avances tecnológicos se parezca cada día más a un trastorno de la personalidad. Lo real es entonces observar la caligrafía de la destrucción que va dibujando extrañas sombras en las superficies. Lourdes de la Riva ha transitado por las artes gráficas, la escultura, la pintura y las rutas cambiantes de la creación contemporánea, pero es acaso en la observación y recreación de estas líneas, en la fragmentación y en el laberinto, donde ha encontrado un espejo para sus ideas. Luego de hablar con ella y escuchar acerca del significado de la despedida como una renovación, uno logra comprender mejor su trabajo, esa sencillez que esconde una compleja sensibilidad: el pensamiento como una forma de adaptarse al azar, porque al ver lo más pequeño descubrimos que nosotros también lo somos y que durante nuestra existencia no hacemos más que un trazo contrapuesto a todos nuestros planes y que es casi seguro que de un momento a otro, todo aquello que iniciamos se quede sin terminar y que, quizá sea en eso, donde radique todo lo que entendemos como belleza. 

Cerrito del Carmen 30 de diciembre 2021        




LOURDES DE LA RIVA
Guatemala, 1958.

 

Vive y trabaja en ciudad de Guatemala.​

Artista visual, realiza en el 2013 en Guatemala, el Monumento Urbano de la Plaza al Espíritu Ganador.         
Ha presentado varias  exposiciones individuales en Guatemala y Centro América, desde el año 2000 al 2018 en varias Galerías y espacios independientes.                                                                                            

Ha participado en más de 60 exposiciones colectivas entre Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Argentina, Brasil, Republica Dominicana, Ecuador, Chile, Paraguay, España, Estados Unidos, Italia y Francia.​

Participó en la XIII Bienal de la Habana y en la 57 Bienal de Venecia, Italia,  en el Pabellón de Guatemala y en la X Bienal Centroamericana en San José Costa Rica. Fue nominada por CIFO en 2 ocasiones.  Ha sido seleccionada por el Festival de Arte Visual Contemporáneo en Ecuador;  por el Festival Internacional de Videoarte FIVA en Argentina,  y por la Galería Blanca Soto en Madrid. Alfons Huge la invitó a participar de la Colectiva colateral de la 6ta Bienal de Curitiba; y posteriormente por el Museo de Arte Moderno de República Dominicana.

Ganó dos convocatorias escultóricas en Guatemala, INMACO 2011 y Olímpica 2012. Premiada con el Premio Internacional SPORT ET ART. CIO-IOC. en Ginebra, Suiza.  Ha obtenido premios en la Bienal de Arte Paiz,  y seleccionada para participar en el varias ediciones de la Bienal.  Fue invitada por el curador José Noceda para la I Trienal del Caribe y Centroamérica, en donde obtuvo una mención.  Representó a Guatemala en las Bienales Centroamericanas de Costa Rica y de Panamá. Su obra representa a Guatemala en la  convocatoria mundial de escultura de la UNESCO, en Francia.  Su trabajo se encuentra en colecciones privadas en Guatemala y forma parte de la Colección Imago Mundi


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