
There is a time in life when you just take a walk:
And you walk in your own landscape.
Willem de Kooning, Sketchbook I: Three Americans, 1960
Refiriéndose a sus obras, Jamie siempre dice que se le aparecen en sueños. Las ve completitas y luego “sólo” tiene que realizarlas. Casi son revelaciones. Pues así, como apariciones que se forman “fortuitamente” en un estado semiinconsciente, la escultora va siguiendo sus rasgos y armando sus estructuras, no sin el arduo trabajo de elaborar bocetos, dibujos y plantillas.
Los materiales le vienen exigidos desde ese nicho –caldo de cultivo– de su imaginación y de allí nace una transferencia intuitiva desde el interior a la realidad. Esto le viene pasando desde 1970 cuando empieza a utilizar el aluminio. Material que adoptó después de intentar con el acero, el hierro y el espejo para “producir esa imagen brillante que tenía en mi mente”.
Las varillas de aluminio pulido son líneas en estas composiciones que también le exigen un punto de contraste: las maderas quemadas y envejecidas. Lo industrial y moderno; lo natural y ancestral. Una línea, luego otra y otra después, van formando esos ángulos que, añadidos unos a otros, dan lugar a una maraña que la misma escultora llama “una geometría distorsionada”.
Distorsionada y que a la vez remite a un sentido esencial, esta geometría arrastra una carga totémica procedente de las formas ancestrales de la cultura maya que siempre han cautivado a la artista.
En esta serie de dibujos en acción, se advierte también otra contradicción, una estructura fija y contundente y una cambiante, generada por las sombras y las luces, que inevitablemente es proyectada en cualquier lugar que se las sitúe.
Esta es una oportunidad más para acercarse a ese paisaje interno, cuajado de líneas, ángulos y reflejos que emana de Jamie y en el cual ella se mueve con la soltura y familiaridad de algo tenido como absolutamente propio.
s. herrera u.
mayo, 2010.
And you walk in your own landscape.
Willem de Kooning, Sketchbook I: Three Americans, 1960
Refiriéndose a sus obras, Jamie siempre dice que se le aparecen en sueños. Las ve completitas y luego “sólo” tiene que realizarlas. Casi son revelaciones. Pues así, como apariciones que se forman “fortuitamente” en un estado semiinconsciente, la escultora va siguiendo sus rasgos y armando sus estructuras, no sin el arduo trabajo de elaborar bocetos, dibujos y plantillas.
Los materiales le vienen exigidos desde ese nicho –caldo de cultivo– de su imaginación y de allí nace una transferencia intuitiva desde el interior a la realidad. Esto le viene pasando desde 1970 cuando empieza a utilizar el aluminio. Material que adoptó después de intentar con el acero, el hierro y el espejo para “producir esa imagen brillante que tenía en mi mente”.
Las varillas de aluminio pulido son líneas en estas composiciones que también le exigen un punto de contraste: las maderas quemadas y envejecidas. Lo industrial y moderno; lo natural y ancestral. Una línea, luego otra y otra después, van formando esos ángulos que, añadidos unos a otros, dan lugar a una maraña que la misma escultora llama “una geometría distorsionada”.
Distorsionada y que a la vez remite a un sentido esencial, esta geometría arrastra una carga totémica procedente de las formas ancestrales de la cultura maya que siempre han cautivado a la artista.
En esta serie de dibujos en acción, se advierte también otra contradicción, una estructura fija y contundente y una cambiante, generada por las sombras y las luces, que inevitablemente es proyectada en cualquier lugar que se las sitúe.
Esta es una oportunidad más para acercarse a ese paisaje interno, cuajado de líneas, ángulos y reflejos que emana de Jamie y en el cual ella se mueve con la soltura y familiaridad de algo tenido como absolutamente propio.
s. herrera u.
mayo, 2010.
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