Del mito al siglo XXI
Arcaizante y futurista al mismo tiempo, Jamie Bischof desciende hacia las esencias de culturas antiguas e hilvana algunos elementos que las unen. Ella afirma su devoción por los códigos mayas. Y efectivamente algunas piezas recuerdan esos refinados jeroglíficos. Quizá sería más exacto decir que en su acercamiento a formas estilizadas y primigenias parte hacia la búsqueda de las dimensiones jungianas del inconsciente colectivo. Ritual, bucea en el universo de mito y de la magia. Pero lo asombroso de la plástica de esta artista reside en la transformación que realiza de esa materia onírica y real para crear un código personalísimo. Inventa tradiciones: desde el nombre genérico Utá al de sugerentes resonancias a históricas y paradójicamente muy actuales, hasta la transcripción de lo cosmogónico con una escritura plástica del siglo XX y casi XXI.
Suspendidas en el vacío de las planchas del plexiglas, las glaciales figuras de Jamie entablan un diálogo vivo entre ellas y, luego, con los espectadores. En un juego realmente dialéctico, las piezas de Utá al son autónomas y dependientes al mismo tiempo. Sus texturas espejeantes crean sensaciones cinéticas en quien las observa. Así Utá al se adhiere a nosotros y nosotros a ella. Logra que le proyectemos no sólo nuestros colores sino también nuestras fantasías.
Los elementos compositivos guardan un rigor admirable. En su aparente dureza, la obra de esta artista está llena de conflictos y contradicciones. Al recibir la luz, las superficies alumínicas forman una especie de claroscuro volumétrico y cambiante dentro del monocolor neutro. Listas a desprenderse de la superficie horizontal, las esculturas geometrizantes alternan con otras que aparecen fragmentos irregulares de meteoritos venidos de otras galaxias. Y así logra dar calor a composiciones que de otra manera habrían caído en la monotonía. Las formas tridimensionales presentan a veces una desarmonía engañosa; en realidad esconden un sutil equilibrio estructural en sus secuencias: una línea curva unitiva; contrarios que encuentran su otra mitad.
La plástica luminosa y contrapuntística de Utá al nos lanza al viaje ambicioso del sentimiento cósmico y colectivo del trasmundo ancestral hasta sus proyecciones en dimensiones siderales del futuro. Jamie solidifica con la pureza prodigiosa de sus exploraciones plásticas la síntesis del pasado y el futuro con relieves nítidos refrena el caos con la línea. Plasma la simetría de la simetría
Lucrecia Méndez de Penedo
Prensa Libre, 4 de octubre de 1982
Arcaizante y futurista al mismo tiempo, Jamie Bischof desciende hacia las esencias de culturas antiguas e hilvana algunos elementos que las unen. Ella afirma su devoción por los códigos mayas. Y efectivamente algunas piezas recuerdan esos refinados jeroglíficos. Quizá sería más exacto decir que en su acercamiento a formas estilizadas y primigenias parte hacia la búsqueda de las dimensiones jungianas del inconsciente colectivo. Ritual, bucea en el universo de mito y de la magia. Pero lo asombroso de la plástica de esta artista reside en la transformación que realiza de esa materia onírica y real para crear un código personalísimo. Inventa tradiciones: desde el nombre genérico Utá al de sugerentes resonancias a históricas y paradójicamente muy actuales, hasta la transcripción de lo cosmogónico con una escritura plástica del siglo XX y casi XXI.
Suspendidas en el vacío de las planchas del plexiglas, las glaciales figuras de Jamie entablan un diálogo vivo entre ellas y, luego, con los espectadores. En un juego realmente dialéctico, las piezas de Utá al son autónomas y dependientes al mismo tiempo. Sus texturas espejeantes crean sensaciones cinéticas en quien las observa. Así Utá al se adhiere a nosotros y nosotros a ella. Logra que le proyectemos no sólo nuestros colores sino también nuestras fantasías.
Los elementos compositivos guardan un rigor admirable. En su aparente dureza, la obra de esta artista está llena de conflictos y contradicciones. Al recibir la luz, las superficies alumínicas forman una especie de claroscuro volumétrico y cambiante dentro del monocolor neutro. Listas a desprenderse de la superficie horizontal, las esculturas geometrizantes alternan con otras que aparecen fragmentos irregulares de meteoritos venidos de otras galaxias. Y así logra dar calor a composiciones que de otra manera habrían caído en la monotonía. Las formas tridimensionales presentan a veces una desarmonía engañosa; en realidad esconden un sutil equilibrio estructural en sus secuencias: una línea curva unitiva; contrarios que encuentran su otra mitad.
La plástica luminosa y contrapuntística de Utá al nos lanza al viaje ambicioso del sentimiento cósmico y colectivo del trasmundo ancestral hasta sus proyecciones en dimensiones siderales del futuro. Jamie solidifica con la pureza prodigiosa de sus exploraciones plásticas la síntesis del pasado y el futuro con relieves nítidos refrena el caos con la línea. Plasma la simetría de la simetría
Lucrecia Méndez de Penedo
Prensa Libre, 4 de octubre de 1982
No hay comentarios:
Publicar un comentario